Y después del no, ¿ahora qué?

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Por: Ugo Stornaiolo

El pueblo dijo no a la Constituyente, no al financiamiento estatal de los partidos políticos, a la presencia de bases extranjeras y a reducir el número de asambleístas. Siguen las dudas sobre si fue una consulta y referéndum para aprobar reformas parciales o buscar cambiar la Constitución o si el Gobierno manejó mal los tiempos de esta cita electoral. La respuesta parece ser la segunda.

Ecuador es como el perro que se muerde la cola, en un círculo vicioso donde prevalece la polarización. El ingrediente que cambia es que el Gobierno adolece de cuadros y recicla funcionarios. Eso sí, fue un acierto nombrar a Enrique Herrería como secretario jurídico de la Presidencia. ¿Podrá este exjuez constitucional, hoy crítico de la Corte Constitucional, poner la casa en orden?

Lo del Gobierno son palos de ciego, intentando aceptar que la consulta se le escapó de las manos. Pero más divertida es la pugna –para alquilar balcones- entre el capo histórico del correísmo y su secuaz Luisa González contra la única integrante del ala reformista: la prefecta del Guayas, Marcela Aguiñaga (criticada por reunirse con su colega de Cotopaxi, Lourdes Tibán, enemiga de Correa). El Gobierno, en lugar de aprovechar, compró canguil y se sentó en la butaca. Si había un momento para poner al correísmo contra las cuerdas era éste.

La vieja guardia de AP ya cuestionó, en la última elección presidencial de 2024, el liderazgo de González –a la sombra de Correa- tras perder. Algunos viejos cuadros (el alcalde de Quito Pabel Muñoz o la prefecta de Pichincha Paola Pabón, y nuevos como los alcaldes de Guayaquil, Aquiles Álvarez y Cuenca, Cristian Zamora y la prefecta Aguiñaga), pidieron cambios, pero para Correa, el liderazgo de Luisa es incuestionable, como el suyo propio.

Eran tiempos lejanos cuando los presidentes escogían ministros de gobierno con perfil y buena muñeca política: Luis Robles Plaza, Carlos Feraud Blum, Vladimiro Álvarez, Pancho Huerta, Andrés Vallejo, Raúl Baca Carbo o el mismo Gustavo Larrea. Pero hoy se ofrece el cargo a inexpertos (por suerte, Álvaro Rosero entendió rápido sus limitaciones).

El problema es que el Gobierno de Noboa no tiene gente de esa talla y recurre a sus asambleístas, como la ahora ministra Nataly Morillo (cuya única aparición –no muy feliz- fue enfrentarse a Aquiles Álvarez en el Legislativo por el aún no resuelto caso del Porsche Cayenne en la casa de un delincuente en la Isla Trinitaria). Solo falta ver quién salió peor parado del No en la consulta: ¿ADN o RC? Las cartas están sobre la mesa.

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