Por: Salvatore Foti
Mientras se acerca la consulta popular, muchos se preguntan si este proceso beneficiará realmente al presidente Daniel Noboa. Todo indica que llega en un mal momento: su popularidad está en declive y el descontento crece. A ello se suma un factor crucial: el mandatario ha perdido credibilidad. En campaña prometió no eliminar subsidios como el del diésel, pero lo hizo; y ahora, cuando asegura que no tocará el del gas, ni la tarifa eléctrica o los pasajes del transporte público, la gente podría ser más desconfiada. En política, la confianza es fundamental, y Noboa, en casos recientes, la ha traicionado. A eso debemos añadir que el crimen organizado controla el territorio, y los coches bomba, los ataques y la impunidad muestran que las fuerzas del orden han perdido el control y que el Estado ya no garantiza protección a sus ciudadanos. Parece lógico, entonces, que la consulta popular vuelva a ser un plebiscito sobre la gestión presidencial: un “sí” o un “no” al propio Noboa. Muchos votarán no por las preguntas, sino por expresar su rechazo a un Gobierno que hasta aquí no parece poder solucionar los problemas de la gente.
También aún pesa el manejo persecutorio, agresivo y violento que se le ha dado a la protesta indígena, lo que ha causado muertes y serias denuncias sobre la forma en que se reprime, en un país donde las instituciones parecen perseguir e investigar solo a los críticos del poder, pero no al poder mismo. Tal vez por eso el Gobierno se siente intocable e invencible, y por eso el Presidente apuesta al todo o nada con una consulta que podría convertirse, de no ganarla, en un suicidio político; pero incluso si logra imponerse y se abre paso a una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución, también se arriesgaría a otra derrota, pues esa asamblea podría estar dominada por una mayoría opositora dispuesta a aprovechar la coyuntura. En fin, el Presidente tiene mucho que perder en este momento, dado que tampoco el ‘timing’ le ayuda, y la “propaganda” que hace en redes se está volviendo cada vez más efímera y sin sustento en la realidad. Al Presidente lo que le sobra es narrativa, pero lo que más le falta es política pública y capacidad para gestionar. El 16 de noviembre veremos qué opina la mayoría de la gente.










