SOÑAR NO CUESTA NADA… Beneficios de la IA para las personas de la tercera edad

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Por: Fedgar

 Quien llega a la tercera edad, es un ser que, a más de acumular historias, aprendizajes y cicatrices, enfrenta desafíos nuevos. La salud se vuelve más exigente, la memoria juega sus propias reglas y la soledad a veces toca la puerta sin pedir permiso. La inteligencia artificial, tan asociada al mundo joven y veloz, puede parecer una visitante ajena a este paisaje. Sin embargo, bien utilizada, se convierte en una aliada poderosa para dignificar esta etapa de la vida.

Uno de sus mayores beneficios aparece en el campo de la salud. Los sistemas de IA permiten monitorear signos vitales, recordarle al adulto mayor cuándo tomar sus medicinas y alertar a familiares o médicos ante cualquier irregularidad. Para quienes viven solos, esta asistencia puede marcar la diferencia entre la vulnerabilidad y la tranquilidad. La tecnología actúa como un guardián silencioso que no reemplaza al médico, pero sí ayuda a prevenir complicaciones.

Otro aporte significativo es el acompañamiento cognitivo. Existen aplicaciones que estimulan la memoria, el lenguaje, la lógica y la atención mediante ejercicios personalizados que se adaptan al ritmo de cada persona. No es un sustituto de la interacción humana, pero sí un complemento que mantiene activo el tejido mental, como quien camina cada mañana para mantener el cuerpo despierto. La IA se convierte así en una gimnasia para la mente, accesible y constante.

En la vida diaria, la IA ofrece independencia. Asistentes de voz que pueden encender luces, llamar a un familiar, leer noticias o recordar fechas importantes. Herramientas que interpretan comandos sencillos y permiten que un adulto mayor no dependa de otros para las tareas básicas. Esta sensación de autonomía tiene un efecto profundo en la autoestima: reafirma que aún se puede elegir, decidir, organizar y dirigir la propia vida.

En el plano emocional, la IA ayuda a combatir la soledad, uno de los grandes enemigos de la tercera edad. No porque sustituya la compañía humana, esa sería una ilusión peligrosa, sino porque abre canales de comunicación: facilita videollamadas con hijos y nietos, sugiere actividades, y puede ser un puente entre el adulto mayor y el mundo. No cura la soledad, pero evita que el aislamiento se convierta en un abismo.

Como soñar no cuesta nada debemos estar conscientes que la IA no resuelve la vejez, pero la acompaña. No cura la soledad, pero la suaviza. No sustituye al amor, pero lo facilita. Si la humanidad ha creado máquinas capaces de aprender, corresponde a la sociedad aprender también a usarlas con ternura y sensatez. Porque la tercera edad merece más que eficiencia tecnológica: merece dignidad, presencia y un puente hacia un mundo que cambia sin detenerse. En ese puente, la IA puede ser una mano amiga que ilumine el camino.

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