SOÑAR NO CUESTA NADA…

Facebook
Twitter
WhatsApp
Email

El legado del Dr. Rodrigo Borja Cevallos

Por: Fedgar

Hablar del Dr. Rodrigo Borja Cevallos es evocar una de las figuras más coherentes y lúcidas de la política ecuatoriana contemporánea. Su nombre está inevitablemente ligado a la defensa de la democracia, al respeto por el Estado de derecho y a una ética pública que, en tiempos de descrédito institucional, adquiere un valor aún mayor. Más que un expresidente, Borja fue un intelectual comprometido con la cosa pública, un pensador que entendió la política como servicio y no como botín.

Rodrigo Borja llegó a la Presidencia de la República en 1988, en un Ecuador marcado por la inestabilidad económica, la fragilidad democrática y las tensiones sociales. Gobernar en ese contexto no fue tarea sencilla. Sin embargo, su administración se caracterizó por la búsqueda de consensos, el respeto a las libertades fundamentales y el fortalecimiento de las instituciones, principios que hoy parecen lejanos, pero que entonces marcaron una diferencia sustancial.

Uno de los pilares de su legado fue la defensa irrestricta de la democracia. Borja gobernó sin perseguir a la prensa, sin coartar la libertad de expresión y sin manipular la justicia para fines políticos. En una región acostumbrada a los caudillismos y a los atajos autoritarios, su conducta fue un mensaje claro: el poder tiene límites y esos límites se llaman Constitución y ley.

En el plano ideológico, Borja fue un socialdemócrata convencido. Creyó en un Estado que debía corregir las desigualdades sociales, pero sin anular las libertades individuales ni el pluralismo político. Su visión buscó equilibrar justicia social con institucionalidad democrática, una fórmula compleja, pero necesaria para países como el Ecuador, históricamente golpeados por la exclusión y la pobreza.

Más allá de su gestión gubernamental, el Dr. Borja dejó una huella profunda como intelectual. Su Enciclopedia de la Política es una obra de consulta obligada, no solo para académicos, sino para todo ciudadano que aspire a comprender el funcionamiento del poder, la democracia y las ideologías. En tiempos de simplificaciones extremas y discursos vacíos, su aporte al pensamiento crítico sigue vigente. En lo personal, me cupo el honor de colaborar en su gobierno, desde la secretaria ejecutiva de la Gobernación de Tungurahua; cargo que lo ejercí, con absoluto patriotismo y siempre pensando en el servicio comunitario y en el pensamiento democrático del Dr. Borja.

También fue un referente de sobriedad personal. No se le conocieron escándalos de corrupción ni enriquecimientos inexplicables. Vivió y murió con la dignidad de quien entiende que la política no es un camino para la fortuna personal, sino una responsabilidad histórica. Ese ejemplo, silencioso pero contundente, constituye quizá su legado más valioso.

Como soñar no cuesta nada, hoy, cuando el país atraviesa una profunda crisis de confianza en sus dirigentes y en sus instituciones, la figura de Rodrigo Borja invita a una reflexión necesaria. Su vida pública nos recuerda que otra forma de hacer política es posible: con ideas, con ética y con respeto al adversario.

Facebook
Twitter
WhatsApp
Email

Platero y YO en navidad

Por: Roberto Camana-Fiallos La Navidad tiene el poder de hacernos mirar atrás, recordar lo vivido y, en algunos casos, conectar con lo más profundo de