La consulta: ¿descalificación o demanda de rectificaciones?

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La consulta popular abrió un nuevo capítulo en el debate político ecuatoriano. Para algunos, los resultados representan una descalificación directa al rumbo del Gobierno; para otros, una señal contundente de que la ciudadanía exige correcciones, ajustes y un liderazgo más conectado con la realidad nacional. Todo, como suele ocurrir en política, depende del cristal con que se mire.

Sin embargo, más allá de interpretaciones y narrativas, hay un hecho innegable: al presidente Daniel Noboa le quedan más de tres años de gobierno, que pueden ser una oportunidad para reconstruir confianza… o un riesgo si persiste la desconexión entre lo que vive la gente y lo que prioriza el poder.

La consulta a más de ser un mensaje ciudadano que no puede ignorarse, ha evidenciado la creciente distancia entre expectativas y resultados. Los ecuatorianos sienten que su día a día sigue marcado por la inseguridad, el desempleo, el alto costo de vida y servicios públicos debilitados. Pero interpretar ese voto únicamente como un rechazo sería caer en la simplificación. También es una llamada de atención: la ciudadanía pide claridad, coherencia, planificación y decisiones que realmente mejoren la vida de la gente.

Rectificar no significa ceder; significa ajustar, escuchar y redirigir cuando el rumbo lo exige. Si algo dejó claro la consulta es que no basta con narrativas de campaña ni con discursos de confrontación: la población demanda resultados tangibles. El presidente Noboa tiene la posibilidad de transformar este momento en una inflexión positiva. Es posible recuperar apoyo si se da un giro oportuno hacia la gestión técnica, el diálogo y la eficiencia.

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