Heteroflexibilidad y otras etiquetas

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José Carlos García┬áFajardo

Examinamos qué es la heteroflexibilidad, una idea cada vez más presente entre aquellos que se niegan a las etiquetas”, subraya Lucía Lijtmaer en su artículo┬áEl mercado de los heteroflexibles, que invita a algunas precisiones porque no dejan de ser también categorías políticas y conceptuales.

Es un atraso propio de la ignorancia que todavía se refieran al tema de la bisexualidad, homo, hetero o ambas, en según qué épocas, edades y circunstancias, bajo el epígrafe de “mercado”.

Hubo un tiempo en que las mujeres más avanzadas y educadas tenían que hacer “marchas como activistas feministas” para afirmar sus inalienables derechos a ser ellas mismas. Sin importar para nada su actividad laboral, profesional, académica, de investigación o artística. Vestían trajes de chaqueta rectos y serios, el pelo liso a lo┬ágarñon, zapato sin tacón y no pocas llevaban camisas de hombre con corbatas. Además, su porte era como ellas imaginaban que se producían los hombres ┬ácuando la realidad ha mostrado que la femineidad para nada interfería en su capacidad como dirigentes sociales, políticas e intelectuales. Antes al contrario, aportaba un enriquecimiento de cualquier actividad bien hecha, con rigor y talento, con su indudable sello femenino.

Como también tuvieron que hacerla los homosexuales manifestándose en┬áEl día del orgullo gay┬ácomo reacción a┬ála infame y salvaje redada policial que tuvo lugar en la madrugada del┬á28 de junio┬áde┬á1969, en el pub┬áStonewall Inn, en el barrio┬áneoyorquino┬áde┬áGreenwich Village.

Pero que, a estas alturas, en los países más avanzados, educados y maduros algunos todavía confundan sexualidad con procreación, genitalidad, cariño, erotismo, amistad o ternura y que tengan que “darse explicaciones” es de aurora boreal por desorbitado.

A nadie le pidieron permiso para nacer y aún menos con tales o cuales genes, psiquismo, ambiente familiar y social, educación y en un medio inteligente y natural o en otro fanatizado y mecánico compulsivo. Arrastramos una losa de prejuicios que la ciencia, la experiencia y la propia educación tienen que superar.

Otra cosa es que nos pueda gustar el alarde exhibicionista de actitudes y conductas reduccionistas en su caso como en algunas celebraciones del Orgullo gay en el que todavía colean reductos de una postergación y acoso injustos y que, en lugar de integrar sensibilidades diversas, pueden hacer que otras personas se sientan fuera de lugar. Que se comprenden pero que no pueden imponer a una sociedad culta, moderna propia de personalidades integradas. Esa manía del┬áouting┬áes tan absurda como contraria a sus intereses y derechos. Reconozcamos el derecho fundamental a que cada persona pueda ser ella misma en un ambiente general de libertad, respeto y naturalidad.

Además, es anacrónico, absurdo y poco inteligente. Salvo en la negación de pulsiones ocultas en personas que no asumen su realidad rica, compleja y natural. Es falsa la afirmación de que quien┬ápuede┬átiene que┬áactuar inexorablemente. ┬┐Dónde queda la libertad que nos hace responsables de nuestros actos? ┬┐Es que todos los heterosexuales representan un peligro para otras personas de distinto sexo u orientación? Hasta que no nos sintamos ante un/a homo, hetero o bisexual como ante cualquier otra persona que sólo se distinga por el color de los ojos, pelo, piel o de sus aficiones artísticas, deportivas, sociales o gastronómicas padeceremos esta confusión que tanto sufrimiento ha causado. Y que entre personas inmaduras e ignorantes continua causando por confundir tendencias, afectos, o riqueza en su madurez asumida en lo que no es más que otra dimensión de sus capacidades y posibilidades que no siempre tienen por qué ser encasillados ni pensar que actúan como autómatas sin personalidad ni talento ni discernimiento. No me puedo imaginar así a tantísimas personalidades, genios, héroes, artistas y personas que, como profesor universitario, estudioso de la Historia y de la sociedad, he podido admirar, respetar y agradecer por el enriquecimiento que nos han hecho a lo largo de miles de años, de culturas y de civilizaciones.

Pero me sigue costando imaginar sobre una carroza del┬áDía del orgullo gay┬áa Alejandro, Julio César, Platón, Sófocles, Andrea Doria, Leonardo da Vinci, Miguel ├üngel Buonarotti, probablemente a Cervantes, a Whitman, Marguerite Yourcenar, y a un ingente número de personas sin las cuales la Historia, las diversas culturas y civilizaciones hubieran sido posibles por inimaginables.

Una vez más, con Cervantes, “Llaneza, que toda afectación es vana”. Y en otro lugar Don Quijote dice a Sancho que le traía los correveidiles de las gentes: “Tranquilo, Sancho amigo, yo sé quién soy”.

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