Por: Marcel Lhermitte
Cuenta la leyenda que pasada poco más de una década de la creación del Althing, en el año 930 después de Cristo, comenzó a correr el rumor entre los habitantes de Islandia que afirmaba que los antiguos “godar” –los jefes de tribus– ya no resolvían los problemas como antes y que sus debates ya no tenían el mismo nivel de antaño.
El Althing fue el primer parlamento del que se tiene memoria, creado en Islandia más de un milenio atrás, funcionaba como una asamblea vikinga al aire libre, en donde se “legislaba”, se discutía y se resolvían los problemas de la comunidad. Algo muy diferente a lo que hoy conocemos como congresos modernos.
Esta satírica e incomprobable recreación histórica me sirve de disparador para analizar una de las grandes e infundadas críticas que se realizan a los congresistas de todo el mundo, que apunta a que quienes ocupaban anteriormente las bancas eran mejores, fundamentalmente en el debate y en la labor legislativa en general.
En los últimos días en Uruguay se retiró el ahora exsenador del Partido Nacional Luis Alberto Heber, luego de una carrera de cuarenta años en el Palacio Legislativo, sin dudas una de las trayectorias más extensas de la historia reciente, superado en tiempo por el congresista colombiano del Partido Conservador Roberto Gerlein, que ocupó su banca durante 44 años y seguramente por pocos más.
Luego de su retiro, Heber en una entrevista publicada por Montevideo portal, aportó algunas reflexiones vinculadas a la carrera legislativa, que son de recibo para cualquier congresista de nuestra región. Una de ellas refiere al nivel académico de los parlamentarios y a la representación que ejercen de la sociedad.
Antiguamente, en los congresos abundaban los profesionales egresados de la Universidad, entre ellos se distinguía una mayoría de legisladores que estaban formados en derecho. Incluso hay quienes afirman que muchos legislativos tienden a sesionar por las tardes y las noches, ya que esa es una tradición que quedó instalada debido a que en un principio muchos de los diputados y senadores trabajaban en las mañanas en sus estudios jurídicos y por la tarde-noche asumían sus responsabilidades políticas.
Lo cierto es que en buena parte del siglo pasado en los congresos había una buena población de profesionales, mientras que en los últimos años ha sido más fácil acceder a una banca legislativa para aquellos que no tienen educación formal universitaria. Hace unos pocos años Uruguay era el país que tenía los legisladores menos formados (en educación formal) del continente, mientras que los hondureños eran quienes poseían mayor instrucción universitaria. Esta situación generaba una contradicción, ya que los legisladores son representantes de los ciudadanos y estos no son mayoritariamente profesionales universitarios, por lo tanto, los legisladores uruguayos coincidían más con sus representados que los hondureños en ese entonces.
Aparenta ser mucho más difícil que quienes representan a todos los segmentos que componen una sociedad pertenezcan en exclusividad a una elite social, económica e incluso racial, ya que hay realidades que solo pueden conocerlas a través de testimonios, pero nunca les ha tocado vivenciarlas personalmente…








