Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza

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Hoy, 17 de octubre, se conmemora el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Día en que especialmente la inseguridad, los paros y hasta las secuelas de la nefasta presencia del covid-19, cobra plena actualidad y vigencia porque uno de los sectores más empobrecidos del país, la mayor parte de la población indígena, a excepción de sus líderes, se encuentra en situación de pobreza; líderes de ese sector que quieren seguir incendiando la nación con su fuerza combativa.

Pero más allá de la legitimidad de la protesta y sus estrategias, de sus logros y debilidades, de la penetración del vandalismo político que arma el brazo de la destrucción y el odio desestabilizador, nos deja la convicción que la única receta para la erradicación de la pobreza es el trabajo cotidiano, el esfuerzo sostenido a partir de una educación nacional con altos estándares de calidad.

El mensaje de la UNESCO en este Día Internacional destaca que se trata de un imperativo desde el punto de vista de los derechos humanos, el desarrollo y la paz. Y asegura que se aspira a erradicar la pobreza para el año 2030. Para ello, sostiene, que es necesario que los gobiernos actúen rápidamente y traduzcan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en políticas eficaces respaldadas con recursos adecuados. “La Agenda 2030 es ambiciosa y necesitamos medidas ambiciosas para llevarla adelante”.

Se afirma que los planes nacionales de erradicación de la pobreza tendrán más solidez si son inclusivos e integran las voces de todos los sectores de la sociedad. El acceso a los servicios básicos es esencial, como también lo es la adquisición de los conocimientos necesarios, pero para erradicar la pobreza se requiere además una mayor participación de las mujeres y los hombres, empezando por la gente joven, cuyo empoderamiento es la clave del éxito.

En estos tiempos de inseguridad, cuando el desempleo y la pobreza han escalado inevitablemente, la minga nacional debería centrarse en conseguir una verdadera justicia social y medioambiental, teniendo en cuenta a las personas más pobres como impulsores del cambio, escuchando sus opiniones y valorando sus contribuciones.

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