Por: Homero Vaca
“La cultura refleja las particularidades de la base económica”
LA CULTURA literaria, histórica o sociológica de un país no se produce jamás de una manera indeterminada, ni se desarrolla en virtud de simples influencias externas o gracias a una decisión voluntarista de las “élites”. Es parte de la superestructura de una formación social, y en consecuencia refleja, aunque con grados variables de autonomía relativa, las peculiaridades de la base económica, los problemas y tareas históricas que de allí surgen, las constelaciones y conflictos de clase existentes e incluso la mayor o menor capacidad de las clases fundamentales para conformar sus cuerpos de intelectuales orgánicos.
La cultura es, pues, el eje transversal de toda transformación social.
Por su parte, la Ley Orgánica de Cultura del Ecuador, garantiza el ejercicio de los derechos culturales y el fomento de la interculturalidad; avala el derecho de las personas a la identidad cultural, la libertad estética, promueve la difusión de las expresiones culturales y reconoce los derechos de las personas en situación de movilidad a mantener sus vínculos culturales. Incluye beneficios laborales para los artistas y gestores culturales, así como facilidades tributarias para quienes desarrollan emprendimientos culturales.
A pesar de lo legislado, constituye motivo de gran preocupación que los recortes presupuestarios apunten primero a la cultura; en consecuencia, difícilmente se podría cumplir el objetivo de Alejandro Carrión, el de convertir al Ecuador en una “potencia cultural”, a menos que se confiera la asignación presupuestaria correspondiente.






