¡Cuestión de gustos y prioridades!

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Por: Pablo Granja

Un símbolo es una imagen que transmite una identidad específica sin necesidad de ser acompañada de una explicación oral o escrita; se utiliza en los ámbitos religiosos, políticos, científicos, publicitarios o convenciones de carácter cultural, social o histórico. Al mirar un símbolo evocamos un concepto, sin requerir de una explicación. Algunos breves ejemplos: la cruz identifica al cristianismo; una bandera blanca con una cruz roja asociamos con ayuda humanitaria; la bandera es la representación de la identidad nacional, tal como es el himno y el escudo, etc. La mala utilización de los símbolos puede constituir una afrenta a la espiritualidad colectiva, y hasta un delito, dependiendo de las circunstancias.

Con relación a la representación de una obra en la Capilla del Museo de la Ciudad la ciudadanía reaccionó indignada, independientemente de su grado de compromiso personal con el catolicismo; y es absolutamente comprensible porque se atentó contra valores históricos, tradicionales y religiosos de la Capital. No se han dado explicaciones de porqué se escogió específicamente a la Capilla como escenario, existiendo otros salones que podían haber sido utilizados en el mismo Museo, para presentar una obra “post porno”, que resultó ser una expresión Lgbti+, con gays semivestidos actuando delante de imágenes religiosas que son veneradas por la gran mayoría ciudadana. ¿Impertinencia o deliberada provocación?

La excusa de que la Capilla está desacralizada no es válida; me lo aclaró un distinguido amigo en los siguientes términos: según el Derecho Canónico, la pérdida del carácter sagrado es la “reducción a uso profano no sórdido; se puede destinar a otros usos, siempre que no sean incompatibles con la dignidad del antiguo templo, contrarios a la moral cristiana o motive el escándalo entre sus fieles. Según el canon 1222, la desacralización ocurre cuando hay ruina, imposibilidad de mantenerlo o existan graves causas pastorales, y necesita la autorización del obispo diocesano”. Sin esta autorización, es insuficiente que el alcalde haya hablado con algún prelado que es amigo y vecino suyo. Sus disculpas – manifestándose como respetuoso de las minorías y mayorías incluyendo la católica – lucen tibias, forzadas y triviales. Mantener en sus cargos al secretario de Cultura y a la directora del Museo es alcahuetería.

Es verdad que no puede estar en todo, y tiene que atender de acuerdo a sus prioridades y criterio. Es loable que se preocupe de las minorías; aún recordamos que en el último desfile del “orgullo gay” – cuya población es del 2.5 por ciento, según el censo de 2022 – apareció luciendo una camiseta con los colores que los identifica, posó sonriente con participantes de exóticos atuendos, y hasta bailó con uno de ellos terminando en un abrazo. Pero no se conoce de alguna vez en que se haya hecho presente en una procesión para estimular a los cucuruchos, y eso que la comunidad católica representa a casi el 80 por ciento. ¡Cuestión de gustos y prioridades!

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¡Cuestión de gustos y prioridades!

Por: Pablo Granja Un símbolo es una imagen que transmite una identidad específica sin necesidad de ser acompañada de una explicación oral o escrita; se