CRIMEN
El secuestro en Ecuador ya no es un fenómeno concentrado en unas pocas zonas de alto riesgo. Entre enero y octubre de 2025, el país registró 1.543 casos, apenas 66 menos que en el mismo periodo de 2024. La leve disminución nacional oculta una realidad mucho más compleja: en 12 provincias la violencia se intensificó, desplazándose hacia territorios donde antes era menos frecuente.

Las cifras generales, a primera vista, podrían sugerir un alivio. Pero el análisis provincial revela un mapa fragmentado y en tensión.
Mientras provincias como Los Ríos, Cotopaxi y Santa Elena muestran reducciones significativas, otras —muchas de ellas vinculadas a corredores de movilidad, rutas de economías ilícitas o zonas con débil presencia estatal— vivieron un repunte.
Guayas, por ejemplo, continúa siendo el epicentro: pasó de 668 a 706 secuestros en un año.
En Imbabura, los casos subieron de 19 a 27, y en Manabí de 82 a 91.
Sucumbíos duplicó sus registros: de 7 a 15.
Santo Domingo evidencia el mayor salto, de 36 a 66 casos en el mismo periodo.
Azuay, Bolívar, Carchi, Esmeraldas, Loja, Zamora Chinchipe y Chimborazo también registraron incrementos, confirmando que el fenómeno ya no se concentra en un solo bloque territorial.

El crimen se mueve, no disminuye
Expertos en seguridad coinciden: la estructura del secuestro en Ecuador está mutando. Las bandas reorganizan sus operaciones según los controles estatales y la presión policial, desplazándose hacia áreas menos vigiladas o con rutas estratégicas para el tránsito de mercancías ilegales.
Este reposicionamiento territorial afecta especialmente a trabajadores, transportistas y comerciantes que se movilizan por vías consideradas críticas. Uno de estos corredores es El Empalme, zona donde los raptos han aumentado y donde se desarrolló uno de los casos más recientes que volvió a poner el tema en el foco público.
El caso Mocache: tres días de terror
El 27 de noviembre, cuatro trabajadores de una empresa dedicada a instalación de vallas publicitarias desaparecieron mientras viajaban de Quito hacia Daule. Sus familias perdieron contacto con ellos en la provincia de Guayas, lo que activó una intensa búsqueda por parte de la Unidad Antisecuestro y Extorsión (Unase).
Uno de los afectados alcanzó a enviar un video mostrando el vehículo avanzando por una vía de El Empalme. Luego, el silencio.
La Unase tomó el caso el 28 de noviembre. Tras 72 horas de rastreo, las víctimas fueron encontradas en una zona rural de Mocache, en la vía Mocache–Jauneche. Ellos relataron que, el domingo cerca de las 18H00, los captores los abandonaron en terrenos baldíos. Exhaustos y desorientados, caminaron durante horas hasta hallar ayuda de moradores del sector y finalmente llegar, el lunes 1 de diciembre a las 07H00, a la Unidad de Policía Comunitaria del cantón.
El episodio confirmó el riesgo creciente para quienes transitan por los corredores que conectan Guayas con Los Ríos y Manabí, una franja donde los secuestros han mostrado un comportamiento ascendente durante todo 2025.
El aumento de secuestros y extorsiones en Ecuador está ligado a la reorganización de bandas criminales que buscan financiar actividades ilícitas. Según la Unase, los casos de secuestros han evolucionado desde los tradicionales raptos selectivos, hacia modalidades más oportunistas, como el secuestro exprés y el de “gancho ciego”.
Un riesgo que se diversifica
Aunque el total nacional refleja solo un 4% de reducción, la expansión del delito hacia nuevas provincias muestra que el secuestro en Ecuador está lejos de ceder. La violencia no disminuye: se descentraliza, se adapta y se dispersa, afectando a ciudadanos que antes no estaban en el radar de este tipo de amenazas. El desafío para el Estado será contener su avance en provincias que hasta hace poco registraban cifras bajas, como Chimborazo, Carchi o Bolívar, y reforzar la seguridad en corredores estratégicos donde hoy circulan trabajadores, productores, transportistas y familias enteras.
La tarde y la noche son los horarios con más incidencia, lo que coincide con momentos de mayor actividad en las ciudades. El comportamiento de los delitos también presenta variaciones mensuales, con picos recurrentes en los últimos meses del año. Para combatir esta creciente amenaza, los especialistas en seguridad ofrecen una serie de medidas preventivas que ciudadanos y empresarios pueden adoptar: Proteger la información personal: Evitar compartir detalles sobre rutinas, viajes o posesiones en redes sociales. “No publique dónde está, a dónde va o qué tiene.

Esa información es oro para los delincuentes”. Fortalecer la seguridad personal: No circular solo, especialmente en horarios nocturnos o de madrugada. Cohesión familiar y laboral: Comunicar a los seres cercanos las rutas y horarios de movilización. Mantener una red de confianza informada permite reaccionar rápidamente ante una emergencia. Denunciar de inmediato: En caso de una amenaza o secuestro, contactar al ECU911 para activar los protocolos de la Unase. También está disponible la línea 1800-DELITOS para reportar extorsiones de forma reservada.










