Basura y baches: el deterioro cotidiano de Riobamba

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Riobamba, una ciudad con historia, potencial turístico y aspiraciones de modernidad, enfrenta desde hace años un problema que parece menor, pero que define la calidad de vida de sus habitantes: la acumulación de basura y el alarmante deterioro de sus calles. Lo que debería ser una tarea básica de la gestión municipal —mantener limpias las vías y garantizar una infraestructura vial segura— se ha convertido en un reto que la administración pública no ha logrado resolver con eficacia.

La presencia recurrente de baches en la ciudad no es solo un inconveniente para los conductores; es un síntoma de una infraestructura que viene deteriorándose sin un plan de rehabilitación integral. Los huecos en el pavimento dañan vehículos, aumentan los riesgos de accidentes, ralentizan la movilidad y proyectan una imagen de abandono urbano. Lo más preocupante es que los trabajos de reparación, cuando se realizan, suelen ser parches improvisados, sin un análisis técnico adecuado ni una estrategia preventiva que evite que el problema reaparezca meses después. La falta de planificación y supervisión técnica agrava un mal que se ha hecho crónico.

La acumulación de basura, por su parte, refleja otro tipo de quiebre: uno institucional y uno cultural. Si bien es cierto que la recolección municipal ha sido irregular, insuficiente o mal coordinada, también lo es que parte de la ciudadanía continúa haciendo uso inadecuado del espacio público, dejando desechos en cualquier parte o depositándolos en lugares no autorizados o fuera de los contenedores que a la fecha ya están muy deteriorados y muchos inservibles. El resultado es un entorno urbano insalubre, con focos de contaminación que afectan la salud pública, el turismo y el bienestar de las comunidades.

Sin embargo, la responsabilidad principal recae en la administración local, que tiene la obligación de garantizar un servicio de limpieza eficiente, rutas claras y comunicación efectiva con los barrios. La gestión de residuos no puede depender de soluciones improvisadas, sino de una política sostenida, moderna y técnicamente planificada. Del mismo modo, la rehabilitación vial exige auditorías, priorización de obras, ejecución transparente y mantenimiento permanente.

Riobamba merece más. Una ciudad que aspira a crecer no puede permitirse calles deterioradas ni desperdicios a la vista. Es hora de que las autoridades asuman el problema con seriedad y que la ciudadanía entienda que la limpieza y el orden son responsabilidades compartidas. La Riobamba del futuro comienza por lo básico: vías transitables y una ciudad limpia que refleje respeto por sí misma.

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