Los hechos ocurrido en los últimos días tienen a los ecuatorianos entre turulatos y estupefactos, entre sorprendidos y decepcionados. No es para menos. Una secuencia macondiana ┬áha sacudido la conciencia nacional:┬áuna tonelada de cocaína al interior de un recinto militar, soldados┬áecuatorianos con las manos esposadas, hoguera bárbara en Posorja, la banca realizando ┬ádescuentos no autorizados, ┬áactitud “humanitaria” de una asambleísta al visitar a una PPP, ┬ácobro de diezmos de ciertos asambleítas, traición a la patria por abastecimiento de armas,┬á municiones e información ┬á┬áa grupos narcoterroristas que ┬áejecutaron actos criminales en nuestro país, la huelga de hambre┬á del ex vicepresidente Glass por su traslado a la cárcel de Latacunga, la fuga de película del exsecretario de Comunicación Sociallas, Fernando Alvarado en las narices ┬áde las autoridades. Sin contar las tragedias viales y las barbaridades de la delincuencia común.
Esta vorágine de hechos negativos siembra duda y desconfianza en las instituciones públicas y en el┬á desempeño de sus cabezas, en┬á las fuerzas del orden.┬á┬áTodos estos casos evidencian ┬áproblemas┬á en seguridad, en sistemas de inteligencia, en las políticas de estrategia y hasta la presencia de quintacolumnistas con identidad ideológico-política correísta ┬ácon miles de millones de dineros más habidos y, posiblemente, ┬ácon la ┬áfirme intención y decisión de desestabilizar el régimen gobernante.
En estos momentos gravísimos para la nación, a la ciudadanía le corresponde estar vigilante y presta a defender la democracia, ┬áy al Gobierno expulsar de su equipo a los agazapados en el interior del caballo de Troya que pretenden destruirla. No se puede tener el enemigo adentro sin poner en riesgo a la nación y su gobernanza┬á.