Fe que se renueva en el barrio El Tejar

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CIUDAD

El barrio El Tejar volvió a ofrecer una escena que se repite cada año y, sin embargo, nunca pierde vigencia, la devoción colectiva al Divino Niño Tejareño. Las festividades en su honor ratificaron la fuerza de una tradición arraigada en Riobamba.

Pase del Niño Tejareño.

La jornada se abrió con la celebración eucarística, un momento de recogimiento en el tono espiritual de la festividad, las plegarias se mezclaron con promesas cumplidas y pedidos renovados, en una liturgia que reafirmó al Divino Niño como referente de protección y esperanza para generaciones enteras, como dicta la tradición, se realizó el Pase del Niño.

Familias completas acompañaron la imagen en un recorrido de música y color, donde la fe se expresó en gestos sencillos pero elocuentes. Detrás de cada detalle estuvo el trabajo de los priostes, verdaderos custodios de la tradición. Con devoción y responsabilidad, asumieron la organización de las festividades como un acto de servicio al santo patrono y a la comunidad.

Su aporte es una entrega que implica tiempo, recursos y compromiso, en un contexto donde sostener estas celebraciones resulta cada vez más complejo. Sin ellos, la continuidad de estas expresiones populares de fe sería inviable. La agenda avanzó con presentaciones de danzas, el espectáculo bailable que congregó a vecinos y visitantes en un espacio de convivencia. Más allá del programa cumplido, la festividad dejó una reflexión. En una ciudad que a menudo discute la pérdida de tradiciones, El Tejar demostró que la fe popular sigue siendo un motor de organización y encuentro. Estas celebraciones no sobreviven por inercia, sino por la voluntad de una comunidad que se niega a dejar en el olvido sus símbolos.

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